Decidimos filmar en una casa abandonada en la Roma porque queríamos mostrar belleza en lo imperfecto.

El contraste entre la elegancia de la colección y el desgaste del espacio nos pareció más real, más humano. En lugar de construir un escenario perfecto, elegimos uno que ya tenía historia, textura y cicatrices.

Ahí, entre paredes que alguna vez estuvieron llenas de vida, la ropa y las personalidades que la usan se sienten más auténticas.